Reseña del álbum “Goldstar ” – Imperial Triumphant (2025): Una sinfonía Art Deco del caos urbano

Goldstar

Imperial Triumphant
Century Media (21 de marzo de 2025)

La ópera de una ciudad desquiciada

Como un reflejo distorsionado en la fachada de un rascacielos, Goldstar de Imperial Triumphant es una obra que destila la misma opulencia, desasosiego y complejidad que la ciudad que la inspira. Nueva York no se describe aquí; se disuelve en una alquimia sonora de jazz disonante, metal extremo y ecos de arquitectura art déco decadente, como si El Gran Gatsby hubiera sido reescrito por una mente enferma desde el sótano de Menegroth Studios.

El trío enmascarado –Zachary Ezrin, Steve Blanco y Kenny Grohowski– entrega su sexto álbum como una celebración corrupta del exceso y el colapso. Producido por el visionario Colin Marston, Goldstar es también el epitafio de su mítico estudio en Queens. El resultado es una liturgia barroca grabada en cinco días: febril, urgente, casi ritual.

Desde los primeros acordes de “Merrimack”, el bajo de Blanco serpentea como un saxofón perdido en una jam session de free jazz apocalíptico, mientras guitarras y baterías trazan formas imposibles, como si cada riff fuera una columna torcida del Chrysler Building. “City Swine” es un descenso directo al submundo sonoro de Manhattan, y “Atomic Age” se siente como una ópera nuclear con guiños a la paranoia del siglo XX y una estética de metales relucientes y ruinas radiactivas.

En “Tower of Glory, City of Shame” se percibe la crítica a los íconos del poder arquitectónico, como si el Chrysler o el Empire State hablaran de sí mismos entre estertores. “Merkurius Gilded”, tema ya conocido por algunos como sencillo, revela su carácter en contexto: es oro viejo cubriendo estructuras rotas. Y “Maximalist Scream” es una celebración del exceso: brutal, desbordante, jazzística hasta el vértigo.

Casi al final, “Alphaville” rinde homenaje a la distopía cinemática de Godard, y “Experiment” lleva ese mismo impulso al límite de la forma. “Happy Home” cierra el disco con un sabor amargo, como la vista final desde el balcón de un penthouse vacío, donde el confort se mezcla con la decadencia emocional.

Goldstar no es solo música: es diseño, es arquitectura sonora. Imperial Triumphant ha construido un álbum que no pide ser entendido, sino habitado. Cada pista es una habitación de un hotel olvidado con vistas a una ciudad en llamas, donde el Art Deco brilla bajo la luz de la decadencia moral y el arte se abraza con el sinsentido.

A escuchar:

  • “City Swine” – Brutalidad y elegancia neoyorquina comprimidas en una descarga esquizofrénica.
  • “Merkurius Gilded” – El oro manchado de la civilización; hipnótico y grotesco.
  • “Tower of Glory, City of Shame” – Crítica arquitectónica en clave blackened avant-garde.
  • “Maximalist Scream” – Caos controlado, jazz como apocalipsis.

Veredicto final:

Goldstar es más que un álbum: es un manifiesto sonoro del fin de una era. Una orgía de estilos, conceptos y texturas que captura la angustia de vivir entre rascacielos y ruinas. Imperial Triumphant, como si fueran personajes salidos del West Egg en un universo paralelo, no ofrecen respuestas, solo visiones. Es su disco más accesible, sí… pero también su más insidioso.

Veredicto: Un Gatsby metálico, exquisito y enloquecido, bailando en ruinas doradas mientras la ciudad arde.

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Goldstar
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