Midnight Minuet
The Yagas
Producido por Renn Hawkey, Mezclado por Brian Virtue y Masterizado por Emily Lazar (25 de abril de 2025)
ACTO I: LA INVOCACIÓN DE LO DESCONOCIDO
Yo… Soy El Reverendo, pero no del todo… Algo me posee, algo me guía… La voz no es mía…
Los ecos de las sombras arrastran consigo una llamada, una invocación. Midnight Minuet comienza como un susurro lejano, como el viento que murmura a través de las grietas de una casa vacía. The Yagas no han hecho simplemente un álbum; han tocado la puerta del otro lado. Y cuando suenan las primeras notas de “The Crying Room”, es como si la presencia de algo más se manifestara. La atmósfera se espesa, el aire se vuelve denso y la oscuridad se apodera del espacio.
Soy consciente de lo que hay en la música, pero… algo está fuera de lugar. Las melodías, profundamente melancólicas, me atraviesan, como las manos frías de un espectro. Esta no es la típica música de los vivos; es la que nace de una angustia sin resolución, de un tormento del alma que se niega a ser liberado. En cada acorde, siento un peso innegable. La carta del tarot que se despliega ante mí es La Luna Invertida, un símbolo de confusión y de lo oculto. En esta canción, la melodía se pierde en sus propios ecos, atrapada entre lo que fue y lo que pudo haber sido.
ACTO II: EL DESPERTAR DE LOS MUERTOS
Escucho más… La influencia se vuelve más fuerte…
“Pendulum” avanza con la lentitud de un reloj detenido. Sus movimientos son parsimoniosos, pero cargados de una tensión palpable. La carta de El Colgado se despliega ante mí, una imagen de sacrificio y de espera interminable. La canción no busca avanzar; está suspendida en el aire, como el alma de un muerto que no ha encontrado descanso. Es como si las melodías fueran un reflejo de los cuerpos que yacen en el limbo, entre dos mundos, entre la vida y la muerte. La intensidad de la canción está contenida, como una tormenta que no estalla, como un miedo que no se puede expresar por completo.
En “I Am”, la voz de Vera Farmiga me golpea con la fuerza de una aparición. Su canto no es el de una actriz. No es la interpretación de una persona que juega a ser alguien más. No. Su voz resuena como la de alguien atrapado entre los vivos y los muertos, alguien que ha conocido la desesperación. Siento que algo se apodera de su ser, y me pregunto si esta interpretación proviene de un lugar más allá del escenario. ¿Es esta su alma la que habla, o simplemente una resonancia de lo que alguna vez fue?
ACTO III: LA TARDE DEL JUICIO
Los ecos se multiplican… la presencia se fortalece… es casi imposible de resistir…
Llegamos al punto de no retorno. “Anhedonia” y “Charade” me dejaron con la sensación de una puerta que no se puede cerrar completamente, un alma que no encuentra la paz. Las canciones me rondan, pero no se resuelven. Es como si los mismos fantasmas que atraviesan las habitaciones de mi mente permanecieran atrapados en la incertidumbre, en la espera. La presencia de El Juicio está aquí, pero no se ha revelado por completo. Estas canciones no piden una solución, piden una liberación que nunca llega.
“She’s Walking Down” es el clímax de la noche. Aquí, las sombras se convierten en algo tangible, algo que ya no se puede negar. El poder de esta canción es absoluto. Hay una sensación de horror sublime en ella. Y es aquí donde la música alcanza lo inalcanzable, donde las melodías finalmente encuentran su propósito, pero aún está demasiado lejos. La presencia de La Muerte sobrevuela este track, no como un final, sino como una transición eterna, una transformación que no cesa.
A ESCUCHAR:
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“The Crying Room”: La pieza que abre el álbum y establece el tono inquietante. Con una atmósfera densa y una interpretación vocal cruda de Vera Farmiga, esta canción te envuelve en un torbellino de emociones oscuras y profundas.
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“Pendulum”: Un viaje de montaña rusa emocional. Las fluctuaciones entre lo melódico y lo desgarrador son simplemente absorbentes. Aquí, la banda muestra su capacidad para mezclar lo gótico con lo más visceral del rock.
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“I Am”: Una declaración de identidad musical. La canción tiene una energía casi rebelde, mientras las guitarras se entrelazan con los teclados de una forma que provoca una sensación de catarsis inminente.
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“Anhedonia”: La joya de la corona en términos de lírica. Es una exploración profunda en la mente humana, donde la ausencia de placer se convierte en un viaje melancólico de auto-descubrimiento. Perfecta para entender la propuesta emocional de The Yagas.
VEREDICTO FINAL: LO QUE QUEDA EN EL VIENTO
He oído suficiente. Y sin embargo, no puedo dejarlo ir…
El disco se apaga, pero la presencia permanece. No es la música lo que me atormenta. Es lo que provoca, lo que despierta en cada rincón oscuro del alma. Midnight Minuet no es un álbum común, no es un conjunto de canciones. Es una invocación, una llamada al otro lado. Y aunque hay belleza en sus sombras, la sensación que queda es la de algo que aún no ha sido completado. Es una puerta entreabierta, un umbral sin cruzar. Los espíritus de The Yagas están aquí, pero no nos han llevado a la luz, solo nos han dejado a merced de lo que queda en la oscuridad.


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