Inferno Metal Festival Noruega 2018

La maratón apoteósica se acerca a su fin. Tsjuder, que hacen parte de la nueva ola noruega, incluyeron a su presentación a un invitado especial; nada más que Frederick Melander, bajista que tocó con Bathory al hacer el lanzamiento compartido de ‘Scandinavian Metal Attack’ en 1984, los acompañó con las versiones de ‘Born for Burning’, ‘Satan my Master’ y ‘Sacrifice’ que interpretaron al cierre.

Schammasch y Carpathian Forest profundizaron en la vena del oscurantismo supremo con sus respectivos ceremoniosa ‘Metanoia’ y la crepitante ‘Suicide Song’. No olvidemos que estos nihilistas sandneses han anunciado por sus canales virtuales el lanzamiento de ‘Likskue’ (inspección de cadáveres en español) con el subtítulo de «la arquitectura de la muerte» al mercado para 2018.

John Dee, por su parte, disfrutó las tonadas de Grave, que desafortunadamente ya no cuenta con Ronnie en los tambores. En su lugar participó otro percusionista para el festival. La conexión de Tobias y Ola contagió en diversas ocasiones a los asistentes para apoyar con sus puños al aire los toques clásicos de ‘Into the Grave’ o ‘Black Dawn’. En total deleitaron con 11 temas antes de concluir con ‘Annihilated Gods’.

La rapidez y agresividad asaltaban los equipos de amplificación desde los movimientos erráticos (que se asemejan a entrenamiento físico itinerante haciendo difícil nitidez en la labor fotográfica) característicos de Barney Greenway hasta los alaridos del bajista Shane. Su tradicional You Suffer’ de partió la presentación exactamente en la mitad. Algo de crítica contra la guerra se hizo como preámbulo a ‘Call That an Option?’

A propósito de la situación política actual, que en retrospectiva ha tenido varias manifestaciones del mismo principio bélico a través de todos los tiempos, según el líder de Napalm Death. Finalmente, es relevante mencionar que la participación de John Cooke fue brillante y no dejó extrañar la presencia en la guitarra de Mitch. Sorprendió a más de un melómano el hecho de que versionaron canciones de punk; una del grupo sueco ochentero Anti Cimex y otra de los icónicos Dead Kennedys.

Para concluir, podemos agregar que la organización ha sido impecable. No sólo se ha ofrece beneficios adicionales a los asistentes que tengan pase para el festival, como acceso gratis al Museo Nacional de Arte, visitas guiadas que tratan la vida y obra del famoso pintor de El Grito, una conferencia de guitarra en la sala de eventos de un hotel de lujo, la presentación cinematográfica de 2 películas relacionadas con la música extrema, charlas entre panel de conferencistas expertos en producción, distribución, posicionamiento de marca y estado de la cuestión; sino que también puso a disposición de sus seguidores una mini feria de artistas del tatuaje y modificación corporal, diseñadores gráficos, coleccionistas, artesanos y además decorosas exposiciones, subastas y degustaciones de cervezas.

¿El sonido y la producción? Ni hablar… como un reloj de precisión. Hay dos falencias sin embargo grandes y notorias: como asistente podrás consumir cerveza de 16 dólares y medio y probar emparedados de entre 10 y 12; y la iluminación del escenario pequeño no es la mejor ni está posicionada de manera óptima. No obstante la intocabilidad de precios de comida y bebida, las joyas discográficas que encuentras son asombrosas y la experiencia de una atmósfera doméstica, aterrizada y amable te hacen sentir parte de una gran familia, de algo más grande. Todas las capas de trabajo, desde prensa, pasando por logística y hasta el servicio de camareros en los bares aliados, hacen su mayor esfuerzo y logran resultados a la altura. El Consejo de Cultura, la Oficina de Turismo y Asuntos Exteriores, la producción del evento e Indie Recordings se han asegurado de que todos tengan recuerdos geniales.

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Enviado especial de El Santuario del Rock: Rex.
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