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En el territorio actual de lo que alguna vez en el pasado albergó múltiples batallas medievales y los últimos grupos paganos, se celebra anualmente un encuentro de música pesada y cultura alternativa a pocos metros de la orilla del rio Šventoji. Lituania y su festival de música extrema, Velnio Akmuo (Devilstone
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2019), ofrece una vez más en julio de 2019 a sus asistentes un evento de verano excepcional en el parque Dainuva a medio kilómetro del cementerio de Anykščiai con un cartel de agrupaciones internacional y algunas otras actividades lúdicas y de entretenimiento para sus asistentes.
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Los tres grandes escenarios, tarima Oriente, Occidente y Barbablu ostentaron una verdadera avalancha de invitados internacionales de diversa factura. El epicentro del festival contó con cuatro escuadras lituanas extremas y dos de los actos más apetecidos de la serie de agrupaciones en esta edición. La multitud de A Metaphore for Betrayal tuvo que arrancar la onda melódica contemporánea en la tarde después del almuerzo del viernes. El diálogo melodioso y gutural entre German y Denis les aporta dinamismo a las voces y, tras presentarse en la capital en marzo, ofrecieron a su público toques de su sencillo “Confess”.
Cortos visos atmosféricos electrónicos y breves cortes progresivos sugieren que sus integrantes intentan estar al día con las nuevas tendencias y exploran sus propias habilidades interpretativas. Faršas, veteranos en la movida local descargaron su disonancia y estridencia durante unos 40 minutos. El vocalista se paseó con movimientos maniacos por las tablas, vociferó las letras mayormente compuestas en lituano y manejó un tornamesa, que lamentablemente no fue el elemento más audible en la presentación. Predominaron las notas repetitivas sobre el redoblante y la desesperación transmitida por Kiras, que ha vociferado en el grupo desde 2011.
Horas más tarde Ranger de Finlandia puso en escena una sobredosis de thrash. El movimiento de pogo circular comenzó a calentar las audiencias y las voces agudas de Dimitri Lamberg fluyeron a través de una selección de canciones de sus dos álbumes “Where Evil Dwells” y “Speed & Violence”, para finalmente cerrar con ‘Touch of Death’. Los Paduanos Messa estuvieron a cargo de los tintes góticos del día. El carisma del bajista, Marco Zanin, y la intensidad del cabello rojo de la cantante Sara complementó la densidad de las tonadas. Lo visual de este grupo confiere un aura de misterio a la propuesta y las secuencias lentas protagonizan su puesta en escena.
El certamen ofreció, además de una dosis de tres días de música para casi todos los gustos, muestras de tablas de patinaje acrobático, un campeonato de balompié, sala de videojuegos, pinturas y exposiciones, números de danza contemporánea y suspensión y un concurso de vocalistas extremos. La opción de darse un chapuzón en el rio estuvo siempre a disposición de los asistentes y las zonas de campamento se avivaron cada noche al sonar de las botellas y vasos llenos de cerveza, casi exclusivamente de la marca del patrocinador oficial, Volfas Engelman.
McGrowl es uno de los concursos que se desarrollan durante las tardes del festival. Único en su clase, esta reunión de voces que compiten por un primer lugar las acompaña varias rondas de diversos estilos de metal y el público elige la mejor. Esta ocasión un habilidoso y versátil se llevó los honores. Mientras tanto, algunos jugaron volley playa, nadaron para refrescar la temperatura estival o les daban palizas a sus enemigos en videojuegos como Mortal Kombat y Guitar Hero. En Barbablu sonó música influía por tendencias jazz, electrónica y fusión. En otra zona del parque, algo de experimentación sonora y charlas constructivas al rededor de la organización de eventos y sus retos inherentes captaron la audición general.
El arranque del sábado vio la figura central de Phrenetix, Lina Vaštakaitė, desplegando su gran dominio de guitarra rítmica y solista, así como gruñidos y dinamismo musical en su voz. Un momento baladesco y otro de gemelos guitarrísticos en ‘Yellow Eyes’, partió la serie de canciones en dos dando respiro al cabeceo unificado. El balance entre armonía y agilidad de episodios como ‘Raw Pain’ puso a mover las almas y cuerpos de los espectadores. Por su parte, Awakening Sun profirió un repertorio bastante compacto y coherente con la vertiente que interpretan. Recientemente ganador de batalla de bandas metaleras en la capital, Vilna, y constantemente girantes, la banda cumple casi 10 años de madurez con Ernestas Skripkiūnas a la cabeza. Durante el intermedio de ‘Void Silence’ su rostro principal instigó un gran muro mortal que embistió desde ambos flancos de espectadores frente a la tarima occidental. Principalmente promocionaron “Into the Light”, que salió recientemente en verano de este año bajo producción independiente.
La teatralidad del señor Dennis Droomers en la voz y el terror sónico de Clemens Wijers ambientó la furia proferida contra un maniquí en la presentación de los neerlandeses Carach Angren. Durante la danzante ‘Pitch Black Box’ el vocalista lució una corona de muerte que convincentemente infundió aprensión desde la escena e incitó a que el aforo se comprometiera un poco más. Es notoria la ausencia de las frecuencias bajas en este combo, pero aun así impactaron visualmente con su enérgico y enigmático acto. Al atardecer del último día tímidamente una grabación de piano larghettodio paso a la maquinaria interpretativa del polifacético Tuomas. La presencia escénica los consagró en ‘Zero Gravity’ de Wolfheart. La explosión de luces se hacía más evidente al contrastar con el sol poniente y retumbaban en los árboles la tormenta impecable de bombos de Joonas Kaupinen hacia el cierre con ‘Ghost of Karelia’.
Sodom y Watain fueron los actos fuertes de cierre los dos días principales. Tras su aparición en Rock al Parque 2019, el ahora cuarteto renano reprodujo sus éxitos clásicos como ‘Agent Orange’ y ‘Outbreak of Evil’ con todo el arsenal de energía reflejado en la satisfacción del público. El aullido de las improvisaciones frenéticas por parte de Gosdžic y Segatz se apabullaron con el ruido de la retroalimentación de los amplificadores a todo nivel. Por su parte, la instalación ígnea característica del elenco oscuro de Erik Danielsson dejó perplejos a los más novatos e incautos asistentes y desplazó un poco la atención de la uniformidad sonora.
El misticismo y los dramáticos rituales en escena no pudieron faltar y en ocasiones el fuego saltó desde el metro y medio que separa los artistas y la barrera de contención para bautizar a la primera fila, afortunadamente sin alguna consecuencia dañina. Los momentos estelares de estas dos bandas se vio quizá opacada en una mínima proporción por causa de la intensidad de las luces, que en algunos episodios atrajo atención a lo magnánimo del montaje de producción, pero imposibilitó ver o apreciar qué sucedía en la tarima.
La leyenda lugareña cuenta que un diablo habría llevado una gran roca desde el inframundo para destruir la catedral, pero un gallo lo distrajo con su cantar y este demonio se refugió en el averno nuevamente dejando el bloque mineral al lado del rio. Esta leyenda se popularizó en 1861 tras la publicación de poesía lírica, Floresta Aniquechense, acerca de los bosques del territorio de Anykščiai con autoría del poeta, lingüista, matemático y escribano Antanas Baranauskas. De allí el nombre del festival (en inglés Devilstone). La roca es atractivo turístico en la actualidad y tiene un tallado reciente de dos aviadores intercontinentales históricos.
Es así como dos explicaciones de una misma realidad surgen en oposición mutua. La ciencia ha elucidado es muy probable que la corriente de agua haya traído dicho bloque de latitudes nórdicas durante el período que culminó los glaciares y descubrió parte de los bosques europeos hace miles de años. De otra parte, el folclor popular y las asociaciones con la religión lo interpretan como un indicio de que la edificación sobresaliente en la región se salvó de caer en ruinas. La relación con los demonios parece ser no convencional en Lituania y la mitología báltica da fe de su única interpretación. Aún allí también, la tradición o reavivamiento de las costumbres paganas y la historia más reciente de catolicismo en este territorio atestiguan que hay tensiones entre cómo manejar los miedos manifestados a través de personajes sobrenaturales sombríos y cómo explicar las causas de la llegada de un objeto ajeno al paisaje local. La metáfora podría representar actualmente una invitación a muchos visitantes de países aledaños a disfrutar de la pesadez, no sólo de esta roca denominada «Puntukas», sino también la de la música extrema que se muestra alrededor del festival de la roca del diablo.
Devilstone Open Air
Conoce más acerca de este festival de música extrema visitando:
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Enviado especial de El Santuario del Rock: Rex.
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