Reseña de Rock al Parque 2019

Ya casi a dos meses de haberse realizado exitosamente la vigésimo quinta edición del festival al aire libre gratuito más grande de Latinoamérica, podemos tener un juicio

mucho más objetivo y la sangre menos caliente para analizar y calificar esta versión del festival que sin duda alguna ha sido una de las más memorables de su historia.

Esta fiesta se caracterizó por tener una combinación de contrastes entre los diferentes géneros rock minuciosamente organizados para ofrecer la mejor experiencia dentro de la variedad ofrecida.

Muchos más aciertos que errores; muchas lecciones aprendidas y un futuro bastante brillante si se mantienen la calidad amor y profesionalismo evidenciado en esta versión de encuentro bogotano por excelencia, acompáñenos a desglosar uno a uno los días y elementos de Rock al Parque 2019.

Día uno: Un nuevo comienzo, el temple de acero de siempre

El primer día del festival inició con incredulidad, no por no tener fe en el cartel, la organización logística o el clima, sino porque es increíble que después de tantos cambios políticos, socioeconómicos y culturales el festival siga en pie de lucha en su primer cuarto de siglo. Obviamente ha habido momentos críticos, desde trifulcas contra la policía dentro del festival en varias ediciones, la torrencial tormenta que hizo aplazar el festival una semana siguiente en 2007, y qué decir de los bajonazos de presupuesto en algunas administraciones.  Aun así, el festival se mantiene, se adapta, está en constante evolución.

Una estéticamente alternativa decoración procede como portón del parque; el color azul que es bandera de la actual administración Bogotana se impone frente a otras tonalidades; pero eso no importa, por que la diversidad está en el público asistente y las bandas que venimos a ver.

Las tres tarimas de siempre y sus ubicaciones sin novedad; Plaza, Eco y Lago. Se visibilizaban muchos más puestos de comida y entretenimiento que en ediciones anteriores. La zona especial para asistentes en la parte delantera un poco más ancha e irrespetuosa con el público general, y ya tras bambalinas el verdadero espacio de prensa para las entrevistas mucho más reducido que en ediciones anteriores.

Estas dimensiones deberían estar representadas en sentido contrario: un foso mucho más reducido para las reporteros gráficos, el público general más cerca de los artistas  (aunque fue un finísimo detalle el de ese pasillo agregado en el centro de la tarima que hacía sentir a los artistas más cerca del cielo y de sus fanáticos ) y los llamados “invitados” deberían tener una zona VIP como la del Estéreo Picnic, a los lados y sin alejar a los verdaderos fanáticos que se levantaron y llegaron temprano para estar más cerca.

La programación durante este día tuvo retrasos mínimos, las bandas nacionales mostraron profesionalismo en cuanto sonido y técnica, desde los veteranos Kariwa, hasta los neófitos buitres, no hubo banda que se mostrará débil o no merecedora de cabalgar esas tarimas.

Los curadores se anotaron un 10 con la variedad y calidad de bandas internacionales que se presentaron durante este día; Capilla Ardiente de Chile con su pesado denso y victorioso poder de Doom Metal Épico, Vaquero Negro de México con su combinación de rock funk y rap sonaron a un Rage Against the Machine bien chingón. Angra, aunque por un momento hizo latir a un solo ritmo al corazón de todos los amantes del power Metal, fue la banda que más quejas recibió de parte del público ya que los asistentes esperaban un show centrado en dar tributo al recientemente fallecido André Matos, pero la banda se concentró en presentar temas de su más reciente placa Ømni sin dejar los clásicos de lado. ¿Y qué decir de las aplanadoras Deicide y Dying Fetus?, los más extremos invitados a esta versión no decepcionaron y dejaron retumbando los tímpanos de los Metaleros bogotanos.

Menciones especiales:
Underthreath:

Tras haber dado un recital capitalino conmemorando su ‘Deathmosphere’, abrió cuarenta minutos de agilidad interpretativa en el escenario central. «Amigos del Metal» fue el apelativo que se usó predominantemente para dirigirse al público y la presentación contó con dos invitados que aportaron ambientación y coros. El repertorio que preparó la agrupación generó varios epicentros de pogo en el público y celebró los 20 años de trabajo del cuarteto. Qué show tan increíblemente épico y qué presencia y apropiación de la tarima tan majestuosa, sin duda esos movimientos en escenario parecían ensayados tras bambalinas. Mientras se hacía una fila para comprar una cerveza su líder Nicolás Bermúdez nos confesó que nada fue planeado; todo fue pura química con el escenario y el público, lo cual lo hace aún más significativo. La cátedra de Metal que propugnó concluyó a las 9.15 pm y sirvió de antesala a una sesión más de rapidez por parte de los estadounidenses Deicide.

El Sagrado:

Banderas, gritos y mosh; la familia hardcorera bogotana se hizo presente en la tarima Lago haciendo mover la tierra con los saltos de todos sus integrantes. Invitados como el bajista de Apolo 7 a la tarima aumentaron esta sensación de hermandad entre las bandas Bogotanas.

Tras las púas:

Qué energía y manejo de escenario la de estos muchachos.

Internal Suffering:

Llena de poder brutalidad y técnica únicas que demuestran los pereiranos. Los extrañábamos por estas tierras. Tras hacer presencia en el festival hace unos años en la misma tarima, regresaron para interpretar sus percutiva “The Antiquary Horror” y presentar material nuevo con ritmos de algo más de variación, como “Cyclonic Void of Power”.

High Rate Extinction:

Una presentación que incluyó la participación de una chelista, una dj y homenaje a Lemmy con ese cover de Ace of Spades. La energía que proyectó lo instrumental, apoyado principalmente en la percusión de Alejandro Torres, superó las fallas en la estabilidad vocal. El complemento visual y electrónico le otorga un aire fresco a esta propuesta musical capitalina y la agilidad rítmica pone a poguear a sus audiencias.

Tarja Turunen:

‘“Over the Hills and Far Away” y “Until my Last Breath” pusieron las reglas y parámetros para la intervención de Tarja. Aunque no todas sus tonadas son posiblemente reconocidas por la audiencia local, el manejo de tarima y la estrecha comunicación en español y gran carisma la coronó como la reina del escenario Plaza.

Día dos: La paliza, la lluvia y los colores

El segundo día de la jornada fue sin duda el más agitado, muchas propuestas interesantes que ver distribuidas equitativamente entre las tarimas, así que tuvimos que correr para sacarle el máximo proyecto al festival.

Uno de los infaltables asistentes al festival se hizo presente en este día de una forma sutil; nos referimos a la lluvia que ha acompañado a la mayoría de ediciones del festival y que durante este domingo acompañó delicadamente a los asistentes. Esto no bajó los ánimos ya que cada una de las tarimas tuvo una alta afluencia de público.

Pero antes de continuar con esta remembranza de lo que se vivió en el parque durante la segunda jornada, vamos a otro rincón de la ciudad donde se vivió una primicia; el primer show de Rock al Parque para toda la familia en el teatro Jorge Eliécer Gaitán de la mano del proyecto chileno de “31 minutos”.

Uno de los shows televisivos para niños más importantes en Latinoamérica de los últimos tiempos, 31 minutos, es un programa a modo de noticiero que educa y hace crítica social sin dejar de lado un humor inteligente y sin dejar de ser dirigido para niños, es muy conocido por las diferentes composiciones musicales que presentan como un top de canciones más importantes de la semana.

Con un show que ya se ha presentado en festivales al aire libre como Coachella en Chile, el teatro tuvo 3 presentaciones con boletería agotada (se hizo la repartición de la boletería el día anterior de manera física) llenas de gritos, felicidad, lágrimas y mucho amor. Lo más curioso fue el ver que la mayoría de asistentes adultos sabían y coreaban todas las canciones una tras otra y estaban igual o incluso más emocionados que los pequeños asistentes. Esperemos que estas iniciativas familiares se repitan sin perder el sentido del festival.

El escenario Plaza estuvo invadido exclusivamente por el punk y el Thrash Metal: México, España, Alemania y Colombia presentaron muy fuertes y dedicados exponentes creando una escalada ascendente de mosh, altos volúmenes, total demencia y caos.

Odio a Botero no se presentaba en estas tarimas desde hace un buen rato, el público bogotano los acompañó con amor y coros, Konsumo Respeto y Acidez consolidaron el baluarte punk que nunca debe faltar en el festival.

Devasted, presento uno de los shows más completos en cuanto a bandas nacionales: buen sonido, excelentes apoyos visuales y hasta una mascota para uno de sus últimos temas. Sin duda dejaron la vara muy alta en cuanto a puesta en escena, haciéndole justicia a una década de trabajo duro y dedicación. Demostraron profesionalismo, presencia fuerte y apropiación de tarima.

Toxic Holocaust tenía una deuda con los Thrasheros bogotanos desde hace casi una década; múltiples presentaciones canceladas y la gran estafa del festival BogoThrash en el año 2016 mostraban como un sueño imposible para que la banda por fin se presentará en el país. La espera valió la pena, durante los 45 minutos de su presentación éxito tras éxito, himno tras himno, los estadounidenses se adueñaron de las cabezas y los puños de los Metaleros colombianos e hicieron de las suyas. Esperamos tenerlos de vuelta pronto con un show más largo.

El cierre de la tarima Plaza estuvo en las manos de la legendaria agrupación alemana Sodom; una refrescada formación que trae de vuelta a Frank Blackfire en las guitarras empezó con armas pesadas, ‘Agent Orange’, ‘Sodomy and Lust’ abrieron un set corto pero sustancioso.

El escenario Bio una vibra no tan pesada pero mucho más sofisticada se tomó la fría tarde capitalina en el parque, Zona Ganjah, the Klaxon y la Severa Matacera dieron muy dinámicos shows cumpliendo fervientemente con la cuota obligatoria de Ska y Reggae y con algunos tributos como un cover de la Pestilencia.

La cúspide de los shows en este escenario fue recorrida por la Doble A; los paisas se lucieron con una exhibición de rock & roll, estilo y sentido de pertenencia que brilló como pocas, muy buen trabajo y sin duda un altísimo exponente del rock de Medellín.

En Lago uno de los invitados más especiales de esta edición del festival se mostró; me refiero a las japonesas The 5 6 7 8’s (famosas por su aparición en el cuarto film del enigmático director Quentin Tarantino, Kill Bill), que no nos visitaban desde 2013 en su inolvidable show en la Bolera San Francisco en el centro de la capital. La suave lluvia fue un encantador aliciente para esperar a las asiáticas que con su sonido minimalista con momentos de furia rocanrolera y vibras surf hechizó al numeroso público que se dirigió a esta tarima durante su presentación.

La experiencia colectiva del festival se acrecentó de manera significativa, la diversidad del sonido se evidenció también en la pluralidad de la audiencia asistente y el sentido de pertenencia del mismo para con el festival se fortaleció de manera considerable.

Sin embargo, nadie se esperaba que la experiencia fuera a llegar a niveles más altos de éxtasis al día siguiente.

Día tres: La inesperada virtud de la diversidad extrema

El día tres de la fiesta fue el que gozó con más asistencia y con más entrega por parte de la gente, el apetecible y popular cartel establecido para ese día de la mano con la onda bohemia de día festivo, generaron una sinergia que nunca se había sentido en el festival.

Iniciando con los bogotanos de Tappan y Southern Roots ambas con una excelente puesta en escena y dedicación para con el público dejaron la batuta del rock distrital en muy altos estándares, de allí en adelante y hasta el cierre de la tarima las bandas internacionales se tomaron el escenario Plaza.  En los otros dos escenarios, las bandas distritales Guachez, Voltika, Biselad y Burana Polar, también hicieron de las suyas como entremés a la larga jornada que se avecinaba.

El único inconveniente en cuanto a horarios se presentó este día en el escenario Plaza; por razones desconocidas la presentación de los legendarios y antiquísimos El Tri en cabeza de Alex Lora que celebró 50 años de rock & roll se demoró un poco en iniciar, jamás imaginamos que la plaza se fuera a llenar tan temprano en la espera de los mexicanos, de los cuales sabíamos que teníamos buena acogida, pero no algo tan dantesco como lo que se vivió.

Una vez subió El Tri al escenario, la magia y los colores de la diversidad empezaron a palpitar de sobremanera, un público cumplido y apasionado coreaba todas las canciones y seguía los conjuros e instrucciones que Alex demandaba, qué enorme frontman y que manera tan única de manejar a las masas rocanroleras. El show terminó con Lora pateando balones como regalos para el público, animando a las nuevas generaciones a hacer deporte y rocanrolear.

En ese mismo lapso de tiempo, otro mexicano, desde Chilpancingo Guerrero hacía de las suyas en el escenario lago, el excéntrico Silverio se desnudaba junto con su propuesta electrónica/guapachosa de manera figurativa y literal; una por una dejó caer las prendas de su vestimenta de lentejuelas brillantes y fucsias. El irreverente mexicano puso a bailar a quiénes fueron a verlo y a quienes de seguro esperaban a la Pornomotora que era la siguiente banda a presentarse. Las puertas de la diversidad están abiertas para el festival; sin embargo, hay artistas de onda electrónica más apegadas al rock & roll que pudieron haber sido invitadas, tal vez este fue el único desacierto del festival.

Entra la Pornomotora: uno de los proyectos de rock bogotano más apreciados y amados que combina el Punk Rock con las cantidades perfectas de elementos electrónicos, desbordante y reservada cuando tiene que serlo sin hacer nunca desaparecer los sonidos de guitarras estridentes y una batería bien potente. Puede que no conserven la clásica alineación tan recordada por los Bogotanos y pueda que ahora tenga más elementos electrónicos, aun así, la porno no deja de retumbar en nuestros oídos y hacer a la tierra moverse con los saltos de todos los que estábamos en ese momento presenciando su descarga; gran show.

De vuelta al escenario Plaza el maestro Gustavo Santaolalla iniciaba una cátedra de clase, elegancia y sonidos argentinos de cuerda (nunca antes el escenario Plaza se había llenado de tantos instrumentos musicales), a la vez, su concierto inició con el tema que lo hizo famoso, la canción principal de uno de los mejores juegos de 2013; “The last of us” y terminó con una majestuosa demostración de Tango.

En seguida, otro gran músico argentino se tomó la tarima principal, Pedro Aznar nos deleitó con un sofisticado celtista de obras nuevas y uno que otro clásico que compuso en su tiempo junto a Charly García. Hermosa su música, tal vez podría ser algo más pertinente y apreciada en otro tipo de festival.

Uno de los momentos más esperados del festival estaba a punto de hacerse realidad, la inclusión de Juanes en el festival Rock al Parque ha sido sin duda una de las situaciones más polémicas en la historia del festival, una prolífica carrera de la mano de Ekhymosis dejada de lado completamente para hacer un tipo diferente de rock latino un poco más comercial que termina en recientes canciones de reggaetón publicadas por el artista.

Cientos eran las preguntas: ¿Qué canciones tocaría?, ¿Cual seria la reacción del publico?, ¿Tocaría alguna tonada tropical? (Ya Bomba Estéreo se había hecho crédito a ser la primera agrupación en tocar un reggaetón en la meca del Rock nacional). Pues inesperadamente Juanes se convirtió en uno de los mejores momentos del festival; la plaza a reventar, un impecable celtista con clásicos suyos en los que no se incluyó ningún reggaetón y también de Ekhymosis, en los que se incluyó uno de los himnos de música colombiana más acogidos emocionantes, “La tierra” la cual cantó con la colaboración de Fonseca y Andrés Cepeda.

Dos grandes momentos se convirtieron en la cúspide de su presentación, tocar de la mano del invitado Zeta Bosio uno de los clásicos más queridos de Soda Estéreo, “Cuando pase el temblor” y el final de su presentación tocando un cover de una de las bandas de Metal más conocidas y populares: “Seek and Destroy” de Metallica (creo que en la historia del festival jamás alguna banda había usado lanzallamas en una presentación) pues Juanes fue el primero durante ese cover. Sin duda el paisa le dejó la boca callada a mucha gente.

La tarima fue entregada de nuevo a un argentino, Fito Páez, una cara bastante conocida del Rock Argentino y un invitado recurrente al festival dio el alma en un show sin precedentes que llenó el parque de amor y buenas energías, Juanes incluso se le unió en un par de canciones.

En las otras tarimas altísimos exponentes internacionales daba interesantes e irrepetibles shows; Los amigos invisibles de Venezuela y Babasónicos en el escenario Bio y en el Lago Kap Bambino de Francia y Shoot The Radio de Argentina.

La cereza del pastel fue el Show Especial De Cierre de la mano Orquesta Filarmónica De Bogotá Junto A Café Tacvba, Los Amigos Invisibles, Kraken, Control Machete, Estados Alterados, Aterciopelados, Pedro Aznar, La Derecha Y Draco Rosa. Una hermosa iniciativa que se habían demorado en proponer, ya que el Rock es un género musical que se magnifica de la mano de las orquestaciones sinfónicas como ya han demostrado Metallica, Yngwie Malmsteen, Kraken y muchas otras. Esperamos que este tipo de iniciativas se multipliquen a corto plazo.

Esta fue sin duda una de las ediciones más sorprendentes del festival; en definitiva, unos 25 años perfectamente celebrados.

 

 

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Rock al Parque 2019

Conoce más acerca de este festival de música visitando:

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Enviados especiales de El Santuario del Rock: Rex y Camilo Moreno.
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